Hace tiempo que hablé sobre un par de excursiones que se podían hacer desde Hualien (el Lago de la carpa y el Lago de las siete estrellas), si bien el auténtico plato fuerte de una visita a Hualien es el Parque Nacional de Taroko (太魯閣國家公園).
El Parque Nacional de Taroko toma su nombre de un desfiladero de 19 km de longitud. El Parque ocupa una superfície de 92000 hectáreas, y queda dentro de los límites de tres regiones administrativas diferentes (Hualien, Taichung y Nantou). Entre las paredes del desfiladero serpentea una carretera que corta la isla de este a oeste, y por la que conducir, más allá del peligro de posibles desprendimientos, es un auténtico espectáculo.
La belleza de Taroko reside en la violencia de sus formas, en las paredes de roca de cientos de metros de altura, en la frondosa vegetación que forma sus bosques, así como en la fauna que los puebla.
Entre las paredes del desfiladero fluye el río Liwu, que es alimentado por numerosos afluentes que se unen a su curso, cayendo por cascadas desde lo alto de la montaña.
Taroko es uno de esos lugares de visita obligatoria en todo viaje a Taiwan que se precie, y se puede visitar desde Taipei. Por lugares como Taroko, la isla de Taiwan es también conocida como Formosa, tal y como la bautizaron los navegantes portugueses que llegaron a las costas de la isla en el siglo 16. Sin ir más lejos, el nombre del parque deriva de la lengua nativa truku, y significa «bello y magnificente».
Para ir a Taroko, se puede coger un tren regional desde Taipei e ir hasta Hualien, en un trayecto de poco menos de 3 horas. Una vez allí, lo mejor es poder apuntarse a alguna excursión organizada, alquilar un taxi con guía, o alquilar una moto. No es muy recomendable conducir coche propio si lo que tenemos es ganas de disfrutar de sus caminos (que empiezan y acaban en puntos diferentes de la carretera). Es muy complicado aparcar el coche a lo largo del camino.
A parte de las bellas vistas desde cualquier punto de la carretera, entre los otros puntos de interés hay una gran cantidad de caminos (algunos requieren un permiso especial, que puede pedirse en la página web oficial del parque), una pagoda, el túnel de los 9 giros, y el Templo de la Primavera Eterna, un templo situado sobre una cascada de agua que brota de la base del templo. Mi recomendación personal es caminar las escaleras que suben detrás de dicho templo. El ascenso puede ser algo duro, especialmente si hace calor (el 75% del tiempo en Taiwan), y hay que llevar algo de agua, pero las vistas son impresionantes desde el pequeño templo al que se llega al final de las escaleras (ver la primera foto que ilustra esta entrada).
Además las montañas de Taroko son todavía el hogar de una parte de la tribu de los Atayal. Entre los lindes del parque todavía existe una comunidad de Atayal que vive y trabaja allí, incluso algunos se encargan del cuidado de algunas partes del parque.